Este domingo, a las 3:00 serán las 2:00. Esta es una escena que se repite dos veces al año, en 70 países del mundo: cambiamos la hora -adelantándola el último domingo de Marzo y atrasándola el último domingo de Octubre- para tener más tiempo de luz solar.
Normalmente, cuando se produce este cambio, todos notamos lo evidente: nos cuesta un poco habituarnos a las nuevas horas de sueño –especialmente cuando se “pierde” una hora durante la primavera- y, los primeros días, podemos experimentar despistes relacionados con el horario (llegar demasiado tarde o demasiado pronto a las citas, a los medios de transporte, al trabajo…).
Pero, más allá de esto, ¿qué efectos psicológicos tiene en nosotros el cambio de hora?
Al parecer, una de sus consecuencias es su impacto en la depresión: La hora de más que dormimos durante el “horario de invierno” (algo que normalmente solemos ver como favorable), puede debilitar a las personas con estado de ánimo depresivo, según han demostrado diversos estudios. Levantarse temprano por la mañana nos ayuda a estar más activos, y por tanto tiene un efecto positivo en el tratamiento de la depresión; mientras que quedarse en la cama hasta más tarde produce el efecto contrario, especialmente en el caso de las mujeres.
Además de esto, el cambio de una hora altera los ciclos circadianos del cerebro, lo que nos produce estrés. La alteración de este ciclo, por pequeña que sea, tiene un impacto en nuestro rendimiento en otras áreas de nuestra vida. A este respecto, Christopher Barnes investigó los efectos del cambio horario en el rendimiento laboral; descubriendo que, en el cambio al horario de verano, los trabajadores acudían a sus puestos el lunes siguiente habiendo dormido, de media, 40 minutos menos. Según Barnes, estos 40 minutos de menos tienen un gran impacto en nuestra vida, ya que nos movemos en un entorno en el que, ya de por sí tenemos “las horas justas de sueño”.
Por último, y también como consecuencia de las alteraciones del sueño (especialmente si se da una disminución del mismo), podemos sentirnos más irritables y ser menos productivos en nuestro trabajo. Algunos estudios incluso afirman que se produce un mayor número de accidentes de tráfico y laborales durante los días inmediatamente posteriores al cambio de hora, e incluso un pequeño aumento del índice de suicidios.
De todos modos, si todo continúa según lo previsto, sólo tendremos que hacer este cambio una o dos veces más el año que viene.
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