Si eres maestra o maestro este artículo te interesa. ¿Te gustaría saber cómo ganar colaboración en clase? ¿Querrías que tu alumnado, independientemente de su edad, tuviese una actitud más proactiva y participativa, dispuesta a colaborar?
Pues bien, como cualquier habilidad para la vida, la cooperación es un proceso que se entrena y requiere de práctica.
¿Por qué es importante la cooperación?
- El hecho de que una persona se sienta parte de un grupo y, además, sienta que lo que hace es tenido en cuenta y valioso, es una fuente muy importante de motivación.
- En un ambiente de cooperación, el proceso de aprendizaje es más atractivo y no es necesario generar competencia: ni ganadores ni perdedores.
- Cuando un niño, niña o adolescente siente que puede ganar un premio o perderlo, se empezará a centrar en eso y dejará de prestar atención a otros aspectos, como enfocarse en solucionar los problemas.
- Un ambiente de cooperación es alentador y estimula el aprendizaje.
- Este tipo de espacios permite descubrir el poder del grupo, la convivir y trabajar con la diversidad.
Pero además de por estas razones, hay una idea de base que resulta fundamental: es menos probable que el alumnado se resista o se niegue a colaborar cuando se ha sentido involucrado en todo el proceso. O, dicho de otro modo, las personas tendemos a querer colaborar cuando nos sentimos escuchadas y tenidas en cuenta.
Y de este modo llegamos a la siguiente conclusión: la colaboración es más poderosa que la obediencia.
Cuando hablo de colaboración, no me estoy refiriendo a fomentar la colaboración en las tareas de las distintas asignaturas, sino a un concepto más amplio que incluye la colaboración en el buen funcionamiento del aula.
De este modo, ¿Cómo se puede fomentar la colaboración en el aula?
A veces no se trata de aplicar estrategias muy complicadas, sino algo tan sencillo como preguntar al grupo.
Cuando la solución que resuelve una situación conflictiva es una imposición decidida unilateralmente por el profesorado, es posible que invite a las luchas de poder. Algunos alumnos podrían querer demostrar quién está al mando, y boicotear de este modo la propuesta.
Por el contrario, si lanzamos preguntas al grupo enfocadas en solucionar una situación, es posible que se generen diferentes alternativas o ideas. Cuando se trata de un proceso en el que el niño, niña o adolescente ha participado, es más probable que aumente la motivación por colaborar. Se ha estimulado más su sentido de pertenencia y contribución.
De este modo, en un ambiente de clase caótico en el cual hay excesivo ruido, en lugar de decir: “A partir de ahora vais a levantar la mano para hablar”, podemos sustituirlo por “Sois varias las personas que os habéis quejado del ruido, ¿Cómo podemos hacer para tener momentos de trabajo más silenciosos?”, y generar un listado de diferentes alternativas que se pueden entrenar y poner en práctica durante determinados plazos.
Esta herramienta cambia sustancialmente el rol del profesorado, quienes pasan de ser solucionadores de problemas para convertirse en acompañantes de los procesos de aprendizaje. Así mismo, es una herramienta que se puede llevar a cabo incluso en etapas de educación infantil.
En tu caso, ¿sueles preguntar al grupo? ¡Nos interesa conocer tu experiencia!
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