Todas las personas experimentamos reacciones de estrés a lo largo de nuestra vida, y es bien sabido, que cuando este se prolonga durante mucho tiempo, puede generarnos serios problemas físicos y psicológicos. La educación universitaria implica mucha exigencia académica, personal y social, que hace que muchos estudiantes sufran de estrés prolongado mantenido en el tiempo.

A lo largo de una carrera universitaria, hay momentos en los que hay que afrontar un alto estrés académico, que se produce cuando el alumno/a se ve sometido a una serie de demandas que le generan un desequilibrio entre lo que tiene que hacer (presión) y lo que cree que puede hacer (capacidad para afrontarlo), lo que evidentemente, si no gestiona bien, le va a repercutir en su aprendizaje y bienestar. Conviene destacar, que lo que genera estrés, no es la demanda en sí misma, sino la percepción que cada estudiante universitario tiene de esas obligaciones, que en algunos casos pueden resultarles angustiantes e inalcanzables. Por eso, aunque hay factores que podríamos definir en primera instancia como estresantes, no son percibidos por igual por todos los alumnos/as, siendo afrontados con fluidez y destreza por unos y bloqueando y generando desequilibrios importantes en otros.

¿Qué se puede hacer?

Para poder prevenir, en mayor medida el estrés en el medio académico, sugiero:

1.Identificar los factores potenciales generadores de estrés académico más comunes, que son:

  • Los exámenes
  • Limitaciones de tiempo para la elaboración de trabajos
  • Presentaciones/ intervenciones en público
  • Metodología del profesorado
  • Actitud y carácter del profesorado
  • Singularidad de cada persona: situación personal (familiar, salud, nivel económico, hábitos de vida, etc.) y personalidad (autoexigencias, expectativas, necesidad de control, etc). Incluiríamos en este epígrafe, la capacidad que tiene cada alumno/a para adaptarse a los cambios generados por el Covid 19 en el mundo académico.

Parece que todo alumno es consciente de estos factores, pero no suelen ser tenidos en cuenta como posibles generadores de problemas serios, algo que debería ser considerado para poder evitar futuros síntomas, reacciones y severidad del estrés.

2. Concienciarse como estudiante de que solo uno mismo puede ser el que regule su sistema, es decir, que aprender a regular el tiempo en el que se funciona con alto nivel de exigencia, va a evitar la sobrecarga que llevaría al estrés continuado. Por eso es definitivo que cada persona sepa dónde están sus límites y evite sobrepasarlos de manera constante.

3. Ser conocedor de las graves consecuencias a nivel físico y psicológico que el estrés continuado puede generar, entre otras:

  • Deterioro en el desempeño de las actividades diarias y académicas
  • Problemas atencionales, de memoria y comprensión
  • Problemas físicos como cefaleas, problema de transpiración, digestivos, etc
  • Aislamiento social
  • Nerviosismo con y sin taquicardias
  • Sentimiento de incompetencia, incapacidad y problemas de autoestima
  • Dificultades para relacionarse
  • Consumo de alcohol y otras drogas

4. Organización del tiempo y del material teniendo en cuenta el calendario de exámenes, entrega de trabajos y presentaciones.

5. Mejorar las técnicas de estudio y trabajo. Aunque los años previos deberían ser los momentos en los que se aprende y entrena la técnica, hay alumnos que llegan a la universidad con carencias en habilidades organizativas, memorísticas y de comunicación. Nunca es tarde y es fundamental aprenderlas para saber “mirar” con anticipación a los posibles estresores.

6. Planificación también del tiempo de ocio y la práctica del deporte. Fundamental este tiempo de autocuidado bien planificado, ya que siempre va a ayudar a evitar la sobrecarga y a renovar de energía el sistema.

7. Conocer los primeros síntomas del estrés. Identificarlos cuanto antes permitiría tomar las medidas oportunas y/o recurrir a solicitar la ayuda necesaria para frenar y evitar que se generalice el malestar y se agrave la sintomatología.

8. Trabajar las habilidades asertivas que le permitan expresar sus creencias, opiniones y emociones. Sentirse escuchado y aliviado cuando se necesita, es empezar a ser consciente de que algo hay que cambiar.

9. Trabajo serio en el manejo de las emociones, del pensamiento crítico, liderazgo y destrezas para el trabajo en equipo, siempre que no se hayan trabajado anteriormente.

 

 

Evidentemente, el sistema educativo tiene todavía mucho trabajo pendiente, principalmente en los niveles anteriores al universitario,  para que los alumnos/as tengan pilares sólidos a nivel académico y emocional para poder hacer frente a las duras etapas universitarias con el mayor éxito y menor sufrimiento posible.