En primer lugar, la autonomía, y con ella la responsabilidad, es un proceso que se entrena.

1. Es un proceso porque no se obtienen resultados de la noche a la mañana, sino que se necesita tiempo para que los resultados se vean y en este proceso hay momentos de éxito y momentos en los que se cometen errores y hay que repararlos.
2. Se entrena porque, como cualquier habilidad para la vida, requiere de tiempo concreto para capacitar, a veces a través de las explicaciones y otras veces a través del ejemplo.
Si queremos que nuestros hijos e hijas sean autónomos en la realización de los deberes, es necesario que antes lo sean en otro tipo de tareas más sencillas, del día a día. De este modo, iremos de más sencillo a más complejo y estaremos trabajando la antesala de lo que se les pedirá más adelante.

En este sentido, es necesario ser conscientes de la importancia de las Funciones Ejecutivas. Las Funciones Ejecutivas son las actividades mentales complejas que necesitamos para planificar, tomar decisiones, reflexionar sobre un tema, prestar atención o mantener la concentración, entre otras. Por ejemplo, cuando vamos a poner la mesa, estamos entrenando distintas funciones ejecutivas, tales como:
– Decidir qué cubiertos hay que elegir en función de la comida.
– Planificar qué vamos a poner primero, qué después, etc.
– Organizar los distintos objetos en el espacio de la mesa.
– Revisar si falta algo.
– Etc.
Este tipo de tareas cotidianas permiten entrenar estrategias mentales que posteriormente van a ser muy útiles y necesarias cuando tengan que preparar su mochila o tomar decisiones respecto a qué orden seguir para la realización de los deberes.

FASES DE LA AUTONOMÍA EN LOS DEBERES Y ESTUDIO
A lo largo de los años en el trabajo en consulta, hemos observado que el proceso de autonomía escolar tiene habitualmente 3 fases. Éstas no dependen de la edad, puesto que puede haber personas de 16 años en la Fase 0 y otras de 8 años en la Fase 2. En realidad, el estar en una fase o en otra nos permite conocer cuál es el punto de partida y, sobre todo, saber qué podemos hacer en el acompañamiento para poder pasar a la siguiente fase.
Así mismo, estar en una fase o en otra depende en ocasiones de la personalidad de cada niño o niña, de forma que algunos/as no necesitan entrenamientos muy especiales porque suelen hacerlo de forma más espontánea, mientras que otros necesitan un mayor seguimiento.

FASE 0 – MANDAR Y DIRIGIR
Estamos en esta fase si:
– Hablamos en plural en relación al tema de los deberes o el estudio. Por ejemplo, «¿qué deberes tenemos hoy?», «¿qué tenemos que estudiar?», etc.
– Tenemos un rol protagonista; decidiendo en qué orden se van a hacer las cosas, cómo se tienen que realizar, asumiendo la carga del estudio porque leemos nosotros/as el contenido de lo que entra, guardando los libros en la mochila, etc.
– Tenemos un rol de docente; explicando la materia paso a paso, etc.
– Tenemos un rol de “solucionador/a de problemas”; en la medida en la que si se olvidan de material o no saben qué hay que hacer, asumimos el control de la situación y la resolvemos hablando con otras familias, etc., sin necesidad de que nuestro hijo o hija intente hacer nada por solucionarlo.
Dentro del proceso de aprendizaje es habitual empezar por esta fase, puesto que nadie nace sabiendo. Hay niños y niñas que pasan por ella muy rápido, porque tienen más recursos sin apenas intervención por parte de las personas adultas. Otros niños y niñas, sin embargo, podrían estar durante muchos años en esta fase si su familia no hace algo diferente.

FASE 1 – ENSEÑAR CÓMO Y ESTIMULAR
Estamos en esta fase si:
– Hablamos en singular en relación a lo escolar, diciendo frases como: “¿qué deberes tienes hoy?”, “¿cómo vas a estudiar?”, etc.
– Tenemos un rol de acompañante; explicando no tanto el contenido, sino los pasos que seguimos para resolverlo, mostrando interés por conocer cómo se quiere organizar, cómo va a realizar determinado ejercicio o cómo entiende él o ella el enunciado, etc.
– No asumimos la responsabilidad de resolver sus errores u olvidos. En su lugar, validamos sus emociones y les alentamos a que busquen posibles soluciones. Por ejemplo, si no entienden un ejercicio, en lugar de escribir nosotros/as en el grupo de la clase para preguntar cómo se hace, le animamos a que llame a un compañero o compañera para preguntarle directamente.
– Nos enfocamos en enseñar, no tanto el contenido de la materia, sino cómo pueden aprenderlo o mediante qué trucos.

FASE 2 – ACOMPAÑAR CON MÁS DISTANCIA – SUPERVISAR
Finalmente, a medida que vamos dotando a nuestros hijos e hijas de más recursos para ser autónomos/as, nuestro rol va siendo cada vez más secundario, y nos dedicaremos a supervisar. Podemos supervisar en tres situaciones:

– Antes de hacer los deberes y estudio, preguntando qué tienen que hacer ese día, cómo se van a organizar, etc.
– Durante la realización de los deberes y estudio, estando disponibles para algunas dudas que puedan surgir. En este sentido, si se dan esas dudas siempre vamos a animarles a buscar en su tabla de recursos inicialmente o a dejarlas para el final y avanzar con lo que sí sepan hacer primero.
– Al finalizar, preguntando qué tal ha ido.

Y en tu familia, ¿en qué fase de la autonomía escolar os encontráis?