Recientemente hablando con una madre le pregunté a ver si sabía lo que era la Disciplina Positiva y su respuesta me dejó pensando. Ella me dijo literalmente: “¿Eso es la nueva corriente en la que no se puede decir NO a tu hijo?”Entonces me di cuenta de que tenemos tanta cantidad de información en Internet que es fácil caer en mitos o falsas creencias hacia cualquier ámbito, incluida la Disciplina Positiva.
Me he animado a escribir este post sobre este tema para aclarar la perspectiva del NO desde esta actitud que es educar con firmeza y cariño.
Cualquier padre o madre responsable sabe que en ocasiones es necesario en educación decir “NO”. Ejemplos de ello son: “no te sueltes el cinturón de seguridad mientras estoy conduciendo”, “no cruces la calle ahora que están pasando coches”, etc. El NO en educación es importante y necesario, como también lo es el SÍ. La cuestión está en utilizarlo de forma puntual, en lugar de abusar de él y centrar nuestra forma de educar en decir NO permanentemente.
Pensemos por un momento, si nos centramos en el largo plazo, ¿qué aprenden los/as niños/as si les decimos todo el tiempo NO? (no me refiero a de forma puntual, sino como pauta de crianza).
Probablemente aprenderán a decir ellos también NO. A tratar de hacerlo a escondidas y sin preguntar, pues ya saben la respuesta de antemano. A mentir. O por el contrario a hacer cualquier cosa para buscar aprobación por parte del adulto.
Ante esto, es necesario priorizar y elegir cuándo vamos a utilizar nuestros NO para que realmente sean tenidos en cuenta y para que la comunicación sea adecuada y no se deteriore.
Sin embargo, en Disciplina Positiva vemos tan importante educar con amabilidad como con firmeza. Que no se abuse del NO no significa que no se marquen límites. Por ello, a continuación os dejamos con algunas alternativas a esta palabra que son igual o más eficaces:
- Ofrecer opciones limitadas. Si las opciones las damos nosotros/as, es esperable que busquemos opciones que puedan ser igual de válidas. Por ejemplo, en lugar de decir “no te puedes poner pantalón corto porque está nevando”, la noche anterior le daremos a elegir entre dos pantalones largos, y le diremos: “¿Qué pantalón te quieres poner mañana, este o este? Tú decides.” De este modo se ha sentido tenido en cuenta, y hemos evitado utilizar la palabra NO.
- Escucha lo que tiene que decir. En ocasiones los niños dicen no querer hacer algo y tienen sus razones para no hacerlo. Por ejemplo, “NO me quiero poner esos pantalones”, quizá la razón que esconde detrás es “porque pican”. Intenta indagar en lo que le sucede a tu hijo/a para valorar si debes ser o no más flexible.
- Cambia el “NO” por el “EN CUANTO…”. Es una cuestión de lenguaje, pero a veces marca la diferencia. Por ejemplo, en lugar de decir “NO puedes ir al parque hasta que termines los deberes”, podríamos decir “En cuanto termines los deberes, vamos al parque”. De este modo, el/la niño/a percibe que está en su mano la decisión final de ir al parque, y el enfoque es más positivo.
- En función de la edad, trata de llegar a acuerdos y soluciones conjuntas. Por ejemplo, en lugar de decirle a tu hija adolescente NO de antemano, trata de ver con ella qué opciones o soluciones propone ante un tema y buscar un término medio. El NO de forma tajante en esta edad puede invitar a las luchas de poder, y es preferible tomar una decisión que sea válida para todos.
- Si es posible, utiliza preguntas de curiosidad. Las preguntas de curiosidad permiten que los/as niños/as lleguen a sus propias conclusiones y fomenta el pensamiento. Un ejemplo podría ser, en lugar de decir “NO corras por la piscina”, preguntar “¿qué puede pasar si vas corriendo por la piscina?” Es probable que el/la niño/a te diga “me puedo caer” y esto lo deducen desde bien pequeños, incluidos niños/as de 2 años. Aunque lleguen a la misma conclusión que tú, a veces eso no es suficiente para que dejen de correr por la piscina. En ese caso tenemos que tener en cuenta alternativas:
- Petición de cambio. “Me gustaría que dejases de correr, porque pienso que si te caes te vas a hacer daño.”
- Asunción de consecuencias naturales. Si considero que no es realmente peligroso, puedo observar qué pasa si se resbala y cae al suelo. Dejar que se den algunas consecuencias naturales es necesario en el aprendizaje, siempre y cuando no se corra un riesgo real.
- Alentar si la consecuencia natural ha sucedido. En lugar de recriminarle su actitud una vez se haya caído, se puede empatizar con él/ ella diciendo “Vaya, siento que te hayas caído. ¿Te has hecho daño? Bueno, confío en que aprendes de tus errores”, con un tono amable.
En conclusión, son muchas las herramientas que sirven para establecer límites desde la Disciplina Positiva, y sin abusar del NO se puede llegar a acceder y conectar mejor con nuestro/a hijo/a y facilitar la colaboración.
¡Esperamos que os haya gustado el artículo! Puedes visitar nuestra página sobre Disciplina Positiva en Bilbao para conocer los talleres que llevamos a cabo para familias y educadores/as.
Beatriz Alonso Sánchez
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