Los campamentos y colonias de verano son una opción a la que cada vez recurren más familias de cara a planificar las vacaciones de sus hijos e hijas, cuando éstos ya han alcanzado un cierto nivel de autonomía.
Estar las 24 horas del día, durante varios días, en un entorno diferente en el que son un miembro más del grupo –en lugar del centro de atención- presenta múltiples ventajas a la hora de desarrollar las habilidades sociales básicas:
- En primer lugar, aprenden a ser más autónomos y a tomar sus propias decisiones, pues deben actuar sin contar con sus padres como punto de referencia.
- En segundo lugar, adquieren habilidades de negociación, que son las habilidades sociales que nos ayudan a mantener una interacción orientada al beneficio mutuo. Esto se debe a que debaten para llegar a acuerdos con sus compañeros (acuerdos sencillos como el horario de las duchas, en qué cama duerme cada uno, los juegos a los que dedicarán la tarde, etc.).
- Además, los pequeños deben controlar y gestionar sus emociones para poder relacionarse correctamente. En un campamento aprenden a empatizar y a expresar sus opiniones y emociones frente a los demás; reforzando su inteligencia emocional.
- Aprenden también a desenvolverse siendo parte de un grupo. Esto ayuda a desarrollar el sentido de pertenencia y el trabajo en equipo. Cada niño comprende que tiene su papel en el grupo, una contribución específica.
- La convivencia con otras personas diferentes hace que se asimilen valores como la tolerancia y el respeto.
- Cada pequeño se responsabiliza de tareas que dependen de cada él en el día a día: recoger la habitación, lavar la ropa, asearse… aprendiendo las consecuencias naturales que tienen lugar cuando estas tareas quedan sin hacer.
- Al tener que adaptarse a unas normas y horarios diferentes a los de casa, los niños y niñas ganan en flexibilidad, aprenden a habituarse a los cambios y a los nuevos límites.
- Por último, se desarrollan la confianza y la tolerancia a la frustración, ya que las colonias cuentan con actividades muy variadas que permiten tanto sobresalir como fallar a cada uno de los niños y niñas.
Conviene recordar que no todos los niños y niñas reciben con alegría la idea de ir a un campamento: si su personalidad es tímida, es probable que el plan no les parezca atractivo y se resistan a él. En estos casos, conviene elegir el campamento con especial cuidado, y escoger uno con actividades que resulten motivadoras para el niño o niña, y que, preferentemente, se desarrollen en pequeños grupos. Si un amigo o conocido asiste al mismo campamento, puede suponer un gran apoyo para nuestro hijo o hija tímido.
Esta resistencia puede aparecer también en pequeños más sociables pero, en estos casos, una conversación motivadora, resaltando las ventajas del campamento o las colonias facilitará el que se haga a la idea.
De todos modos, nuestra recomendación es que el hecho de ir o no a un campamento sea una decisión compartida, y se tengan muy en cuenta también las opiniones de nuestros hijos e hijas.
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