Tarde en el parque. Como ocurre muy a menudo, los juguetes de otros niños son motivo de conflicto y, en ocasiones, a los padres les cuesta saber cómo gestionar esas situaciones. En el centro numerosas veces nos han preguntado nuestra opinión profesional sobre este tema. A continuación, y a modo solamente ilustrativo (sin tratarse de una receta fija, puesto que todo esto dependerá de muchos factores), damos algunas pautas ante diferentes situaciones.
Lucas está jugando con un tractor que tiene sonido y luces. Se nota que está disfrutando mucho con él, y de repente se acerca otro niño que también quiere jugar. Intenta aprovechar cualquier despiste para llevarse el juguete y…:
- MADRE DE LUCAS: Lucas, cariño, ¿le dejas jugar un ratito a Markel con tu tractor?
- LUCAS: ¡No, es mío y estoy jugando yo!
- MADRE DE LUCAS: Pero tú ya has estado jugando un rato, déjale un poco anda que luego te lo devuelve…
- LUCAS (ya nervioso): ¡He dicho que no, estoy jugando yo!
Ante la negación de Lucas, su madre, que no sabe muy bien cómo salir del paso, decide finalmente quitarle el juguete a Lucas para prestárselo a Markel mientras le dice a su hijo: “No seas egoísta, ¡hay que compartir!”
¿Os veis reflejados en esta situación? ¿Quizá os ha tocado vivir algo similar en el parque?
- Propiedad privada mientras la usa
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el tipo de juguete del que hablamos. Existen objetos que son propiedad del niño, y otros que son comunitarios (como puede ser el columpio del parque).
Ante un juguete del niño que en ese momento está siendo usado, lo primero que debe primar es el RESPETO. Respeto a su propiedad. Respeto a su juego. Respeto a él, a fin de cuentas, como persona que tiene derecho a ser escuchada y más cuando se trata de algo que es suyo. Por tanto, ante este caso, la situación podría ser similar a la siguiente:
- MADRE DE LUCAS: Lucas, cariño, ¿le dejas jugar un ratito a Markel con tu tractor?
- LUCAS: ¡No, es mío y estoy jugando yo!
- MADRE DE LUCAS: Lo siento Markel, ahora lo está utilizando Lucas.
De esta manera, le estamos enseñando a nuestro hijo que respetamos su propiedad, sus decisiones con respecto a sus cosas, y estamos teniendo en cuenta a su persona, favoreciendo su autonomía y autoestima.
- Propiedad privada sin ser usada
¿Y si el juguete es propio pero lo tiene de adorno en el banco? En ese caso la escena podría ser:
- MADRE DE LUCAS: Lucas, cariño, ¿le dejas jugar un ratito a Markel con tu tractor?
- LUCAS: ¡No, es mío!
- MADRE DE LUCAS: Lo sé cariño. Pero Lucas no te lo quiere quitar, sólo lo quiere usar un ratito y luego te lo vuelve a dejar en su sitio. ¿Te acuerdas cuando Ane te dejó su moto? Es bueno compartir, porque así tú en otros momentos también puedes usar los juguetes de otros niños…
En esta ocasión, la madre de Lucas le está enseñando a valorar dos cosas: la importancia de compartir y la empatía. Por una parte, el gran peso que tiene en la socialización de los niños que compartan con otros para establecer las primeras relaciones sociales, y por otra, el hecho de ponerse en el lugar de otra persona, recordando que él en ocasiones también ha estado en ese lugar.
Si finalmente Lucas insiste en no dejarlo y prefiere que decore el banco, lo que podemos hacer es respetar esa decisión, pero también recordarle que él se puede encontrar en la misma situación y cómo le gustaría que actuasen con él.
- Bien común
¡Ahora bien! Cuando el bien es común, en nuestra opinión, la cosa cambia. En ese punto, abogamos por trabajar los tiempos de espera, los turnos y el hacer fila de forma ordenada. Se podría dar una situación parecida a esta:
- SOFÍA: ¡Yo he llegado primero!
- AITA DE SOFÍA: Claro, Sofía. Y por eso tú estás montada ya en el columpio mientras los otros niños esperan. Pero estarás un ratito y después, le dejaremos el columpio a otros niños porque también han venido al parque para jugar con él y es de todos. Además, a ti no te gustaría esperar una cola por mucho tiempo y que finalmente te tengas que ir a casa sin haber montado, ¿verdad?
Nuestra forma de actuar en este caso trata de fomentar la paciencia, la empatía y la socialización, porque formamos a personas a las que respetamos y además les formamos para vivir con otras personas.
¿Y vosotros? ¿Cómo habéis solventado estas u otras situaciones parecidas?
Beatriz Alonso Sánchez
Pedagoga y Psicóloga de Centro Psicología Bilbao
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