Tienes que llevar a tu hija al dentista. Hace días que le molesta una muela, y ya le toca revisión. Sin embargo, no puedes ni nombrarlo en casa. Cada vez que mencionas la palabra “dentista”, tu hija entra en pánico, se niega en rotundo, duerme mal esa noche y te suplica desesperada para no ir. ¿Tendrá una fobia? ¿Qué puedes hacer a tu alcance para reducir ese miedo?

Aunque ninguna alternativa es la panacea, hoy te ofrezco cinco orientaciones básicas para saber cómo enfocar esta situación:

  1. Anticipa y da información

El miedo al dentista muchas veces se da por miedo a lo desconocido. La niña llega a un sitio nuevo que está repleto de máquinas y aparatos raros, que en muchas ocasiones hacen ruido. Además, se encuentra con una persona profesional que lleva bata, mascarilla y a la que apenas se le ve la cara. En parte, es bastante comprensible sentir miedo hacia algo así.

Por ello, cuanto mejor se le explique el procedimiento que se va a seguir, qué pasos se van a dar, para qué sirven las distintas herramientas o utensilios que se utilizan, etc., más se contribuirá a su bienestar, porque las personas necesitamos poder predecir la situación para sentirnos seguras.

De este modo, en primer lugar es necesario normalizar la visita al dentista desde casa. Es importante avisar de que se acudirá días antes de la cita. Llevar a los niños por sorpresa al dentista puede evitar agobios previos, pero acrecienta el malestar en el propio espacio, y eso hace que el miedo aumente y se mantenga, porque la próxima vez que vuelva a acudir se acordará de lo mal que lo pasó la vez anterior. Asociará ese espacio al miedo. Por eso, uno de los pilares es anticipar y hablar del tema desde casa, para ayudarle a prepararse mentalmente.

¿Cómo hablar del dentista en casa?

  • A través de lecturas o cuentos infantiles.

Peppa va al dentista

La princesa va al dentista

Dagoberto va al dentista

  • Mediante juego simbólico, representando el rol de dentista y paciente, invirtiendo los roles, etc.

  • Buscando videos apropiados en Youtube sobre la primera visita al dentista, donde se puede ver a otros niños y niñas que acuden y a los que se les explican ciertos procedimientos.

Por otro lado, es de vital importancia poder contactar con profesionales que tengan experiencia y tacto con los más pequeños y puedan colaborar informando y tratando de manera cariñosa durante la visita, porque sin duda durante el proceso se requerirá mucha paciencia.

  1. Responde a sus inquietudes sin mentiras

¿Me va a doler? Y nos entran las ganas de decir “¡en absoluto!, ya verás que no es nada”… Cuando en realidad, puede que sí le duela un poco. Con esto no quiero decir que te vayas al otro extremo y le metas miedo. Sin embargo, trata de responder de manera honesta a sus dudas, como por ejemplo: “Vas a tener que estar un tiempo con la boca abierta, y es posible que eso te acabe molestando porque no es algo cómodo”.

  1. Entrena previamente estrategias

Visualizar un lugar relajante, como una playa, puede ayudar en momentos de agobio a sentir cierta calma. También aprender a respirar nos ayuda a relajarnos. Puede ser útil entrenar en casa ciertas estrategias para que se automaticen y en el momento en el que se necesitan salgan de una forma más natural y eficaz.

  1. Ofrece palabras de aliento

No es necesario prometer un premio a cambio de acudir al dentista. Si se quiere dar algo después, es una decisión de cada familia, pero lo que sin duda más motiva a los niños y niñas es la sensación de logro y de haber conseguido superarse a sí mismos. Tanto si dentro de la consulta consigue actuar con tranquilidad como si llora y lo pasa mal, siempre es posible ofrecer palabras de aliento. Algunos ejemplos son: “Antes has llorado de los nervios, pero he notado que después poco a poco te has ido calmando. ¿Cómo lo has conseguido?”; “Sé que te daba miedo y te agradezco mucho haber venido conmigo, porque sé que para ti ha sido un gran esfuerzo”; “No es fácil superar los miedos, ¿cómo te has sentido cuando has intentado sentarte y abrir la boca?”, etc. Reconocer los intentos (no solo los éxitos o resultados), así como describir la situación e interesarse por su punto de vista, son nuestros grandes aliados.

  1. Revisa tus miedos y tus mensajes

Es habitual que ciertos miedos se hereden “de generación en generación”. Esto es así porque los miedos se pueden adquirir por haber vivido una experiencia desagradable en primera persona, por haber observado a otra persona vivirla, por haber escuchado conversaciones sobre el tema de otras personas que tienen miedo, etc.

Si al mismo tiempo que intentas tranquilizar, tu hijo o hija observa que a ti tampoco te apetece nada ir al dentista cuando te toca, es posible que tus palabras se las llevé el viento. Es necesario que el mensaje que se ofrece sea coherente, tanto en la parte de la comunicación verbal (lo que se dice) como en la parte no verbal (cómo se dice, qué expresamos con el cuerpo, con los gestos, con el tono de voz, etc.).

 

El miedo al dentista en niños y niñas no es un camino fácil, pero sabemos que con cariño, paciencia, firmeza y coherencia, ¡se acaba superando!