Ya han pasado las Navidades y los hogares con niños y niñas se han llenado de regalos de todo tipo. Si hacemos un recuento de los mismos, llegamos a la conclusión de que los tecnológicos se hacen con los primeros puestos, y no es de extrañar, ya que tienen un gran atractivo tanto para las personas adultas como para las más pequeñas de la casa.
En el siglo XXI la tecnología se hace presente inevitablemente en nuestro día a día, y estamos bien agradecidas por ello. Somos conscientes del enorme cambio que han experimentado nuestras vidas gracias al veloz desarrollo tecnológico en los últimos años y de lo que estos cambios suponen a todos los niveles. Evidentemente, ya no nos asustamos porque nuestros hijos e hijas pasen horas delante de las pantallas haciendo sus tareas, y menos en los tiempos que corren. Es un cambio que hemos ido asumiendo y que poco a poco nos va haciendo la vida más fácil. Los más pequeños de la casa han ido aprendiendo, con apenas ayuda, a manejar de manera ágil todo lo que tenga que ver con tecnología y, como si se tratara de un nuevo lenguaje, lo dominan con naturalidad y sin esfuerzo.
Los ratos de ocio y cómo estos se van “llenando”, afortunadamente, evolucionan paralelamente al desarrollo de estas tecnologías, y estos días de fiestas navideñas, los Reyes, el Olentzero y Papá Noel nos han dejado ilusionados todo tipo de regalos electrónicos. ¿Quién no ha pedido nada tecnológico? Probablemente las personas que no lo hayan pedido es porque lo habrán recibido o recibirán en su próximo cumpleaños. No hay nada raro ni particular en que así sea, y sin embargo en muchas familias surgen importantes problemas a la hora de gestionar la manera de utilizar juegos y dispositivos que con tanta ilusión han llegado en las fechas señaladas.
Se trata de un tema muy amplio: diferentes juegos y gadgets, diferentes edades, diferentes situaciones familiares e implicaciones para la idiosincrasia de cada caso concreto. Pero debajo de cualquier sugerencia que pueda ofrecer, quiero señalar que el manejo y gestión de cualquier tipo de juego, sea o no electrónico, tiene que ver con la educación, con los límites y con los modelos que damos a nuestros hijos e hijas.
Sí, los juegos de hoy en día están diseñados para generar ganas de seguir jugando, para estimular y disparar emociones que “enganchen”, para predisponer a nuestros hijos e hijas a pasar horas infinitas delante de las pantallas. Por eso tienen que ser las madres y los padres los que enseñen cómo hacer un uso responsable y moderado de cualquier juego disponible.
Educamos para que aprendan a compartir, a alimentarse de manera responsable, a cómo consumir alcohol cuando les llega el momento, y de la misma manera, tenemos que educar para que aprendan a utilizar dispositivos, juegos y demás aparatos electrónicos, la mayoría elegidos por nosotros mismos. Se trata de educar en la responsabilidad, prevenir problemas futuros y de enseñarles a utilizar cualquier juego, independientemente de cuál sea. Prevención, sin esperar a que nos “pille el toro” y nos encontremos buscando soluciones para un complicado problema, que una vez instaurado en nuestras familias, es difícil de erradicar.
Guía centrada en la prevención de problemas
Debemos recordar que la mayoría de los aprendizajes que se hacen en la infancia, se hacen a través del juego, por lo que es importante que seamos serios a la hora de seleccionar y gestionar cómo y qué queremos que aprendan. He aquí algunas sugerencias:
- Elige bien lo que quieres comprar a tus hijos e hijas (edades y contenidos adecuados) y “exígeselo” a las personas de tu confianza que también les hacen regalos. Si alguno de estos juegos no te parece adecuado, siempre tienes la posibilidad, de cambiarlo, decir que lo cambien o guardarlo para más adelante.
- Si se trata de un dispositivo, revisa su configuración para saber si tiene alguna contraseña y si la información que pueda almacenar, lo hace de una forma segura.
- Antes de presentarlo en casa, infórmate de su utilización, de si hay que activar o desactivar alguna función, de si debes configurar alguna medida de control parental (si fuera así, debes explicarles que no se trata de falta de confianza en ellos, sino de un recurso para protegerles).
- Instruye a tus hijos e hijas sobre el valor, utilización y respeto hacia las imágenes. Enséñales que las imágenes no son objetos que se puedan manipular ni utilizar, sean de quien sean. Háblales de los riesgos y del peligro que conllevaría no seguir estas enseñanzas.
- Acuerda con tus hijos los horarios para utilizar los juegos. Asegúrate de que estos acuerdos se cumplan y si no fuera así, vuelve a dedicar un tiempo a hablar de ello para llegar a nuevos acuerdos que se puedan cumplir.
- Y si de todas formas los acuerdos no se cumplen, evita repetir continuamente “apaga eso” y en su lugar, decide lo que vas a hacer y hazlo con respeto y firmeza.
- Cuando hay ratos de ocio, preocúpate de motivarles, acompañarles y hacerles conocedores de otras actividades de las que pueden disfrutar de manera alternativa con el mundo tecnológico. La investigación avala la idea de que el juego necesita variedad de entornos para ser más rico.
- Evita que utilicen este tipo de juegos y aparatos electrónicos por ejemplo cuando estás de viaje. Son momentos que se pueden aprovechar para hablar o hacer juegos en familia.
- Date cuenta de que los niños y niñas no necesitan juegos sofisticados para divertirse, y mucho menos grandes cantidades; cuantos más tienen, más les aburren.
- Recuerda que el silencio es una variable importante en el proceso de aprendizaje y que hoy en día queda relegada por el ruido ininterrumpido de los nuevos juegos. Enséñales a que tengan también espacios tranquilos y silenciosos.
- Nunca olvides que existen los libros, compañeros incondicionales que despiertan en tus hijos e hijas todo un mundo fantástico y maravilloso fuera de la agitación y frenesí que generan muchos de los juegos y juguetes electrónicos más populares.
Nuestra responsabilidad es estimular en nuestros niños y niñas la capacidad de observar, preguntar, inventar, asombrarse, crear, expresar emociones y desarrollar habilidades; y para ello es importante que podamos ofrecer un equilibrio justo entre los diferentes juegos y maneras de divertirse y aprender.
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