El Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF) engloba una serie de anomalías físicas, mentales, conductuales y cognitivas que una persona puede presentar cuando ha estado expuesta al alcohol durante su desarrollo prenatal. Sus características van desde malformaciones morfológicas (defectos craneoencefálicos), hasta retraso del crecimiento y alteraciones del sistema nervioso central, que influyen en el área cognitiva, conductual, social y aprendizaje. Actualmente, en nuestro entorno el TEAF tiene una mayor incidencia en población adoptada de países donde se da un consumo de alcohol muy elevado. A esto hay que añadirle las condiciones psicosociales a las que se exponen estos niños y niñas tras su nacimiento.

Desgraciadamente el consumo de alcohol también está muy presente en nuestra sociedad. Recientes investigaciones confirman que el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España; siendo que en la mayoría de ocasiones, el consumo de alcohol se produce en el tiempo de ocio y durante las relaciones interpersonales. Esta sustancia está muy instaurada en nuestra sociedad hasta tal punto que quizás hemos llegado a normalizarla. Y pese a que a lo largo de las últimas décadas se han llevado a cabo diversos planes de sensibilización en colegios e institutos, poco se nos ha explicado sobre el efecto de este tipo de sustancias durante el embarazo. Sabemos que cualquier droga tiene unos efectos dañinos sobre nuestro organismo, pero ¿hasta qué punto somos conocedores de sus efectos?

La exposición prematura al alcohol (al igual que a otras sustancias dañinas como tabaco y otro tipo de drogas) daña el desarrollo del cerebro produciendo una serie de anomalías visibles en la infancia y que permanecerán en la adolescencia y edad adulta. Los signos más característicos son:

Anomalías en la estructura anatómica del sistema nervioso: daño en estructuras cerebrales concretas, como el hipocampo, implicado en los procesos de memoria y en el estado de ánimo.

Alteraciones en el funcionamiento neurológico: dando lugar a convulsiones que afectan a las habilidades motoras, pérdida de audición y/o problemas visuales y de coordinación.

Alteraciones en el comportamiento: pudiendo presentar agresividad, falta de control de los impulsos, Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), dificultades en la capacidad intelectual, problemas en el aprendizaje y/o dificultades en la socialización.

 

En base a las alteraciones que se presenten el diagnóstico puede variar. Como su propio nombre indica, el TEAF es un espectro en el que entran diferentes grados, siendo de más grave a más leve los siguientes: Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), Síndrome Alcohólico Fetal  parcial (SAFp), Trastorno del Neurodesarrollo relacionado con el alcohol (ARND) y Malformaciones congénitas relacionadas con el alcohol (ARBD). Además, pueden presentarse otras dificultades como el Déficit de Atención con Hiperactividad (DAH) o un Trastorno del Aprendizaje.

 

¿Qué puedo hacer si mi hijo/a cuenta con este diagnóstico?

Todos los profesionales que trabajan con niños y adolescentes con TEAF coinciden en la importancia de procurar un entorno estimulante y estructurado, así como que las personas referentes para estos niños (familia y profesionales) cuenten con formación. En primer lugar, para acompañar a estos niños y niñas en su proceso de crecimiento, fortaleciendo aquellas áreas necesarias para su autonomía y bienestar. Y en segundo lugar, para proporcionar un entorno estable y seguro, sobre el que puedan realizar nuevos recuerdos y aprendizajes. A continuación, resalto algunos aspectos clave a tener en cuenta:

 

Cómo acompañar a niños y niñas con TEAF en la familia.

La toma de decisiones es una de las áreas en las que mayor dificultad pueden presentar, puesto que su cerebro procesa la información de forma diferente. Esto conlleva que no siempre tengan en cuenta las consecuencias de sus actos o que incluso puedan atender con detalle a cada tarea. Por ello, necesitan que las órdenes y las rutinas sean presentadas una por una, y también, disponer de más tiempo para realizar cada tarea, a ser posible, eliminando cualquier distracción del ambiente.

Por otro lado, las habilidades sociales es un aspecto que también necesitan entrenar los niños y niñas con TEAF. Aspectos básicos como el respetar los turnos, la escucha y la comunicación son habilidades que conviene entrenar exhaustivamente, mediante el juego simbólico y otro tipo de actividades.

Finalmente, estos niños y niñas tienen gran dificultad para adaptarse a los cambios. Dicho de otra manera, son tan sensibles al entorno que cualquier alteración del mismo les influye sobremanera, incluso un simple cambio (a ojos del adulto) como el dejar de jugar para ir a cenar. Para ello, resulta de gran ayuda el uso de viñetas o pictogramas para reforzar las rutinas. También, el anticipar e informar con anterioridad sobre lo que se va a hacer, por ejemplo en unas vacaciones (a dónde se va a ir, con quién…).

 

Cómo acompañar a niños y niñas con TEAF en la escuela.

La gestión de emociones es uno de los grandes hándicaps para estos niños y niñas. Por ello, la escuela y la clase tienen que ser, siempre que sea posible, lugares en los que haya un claro espacio para la calma y en los que el profesorado dedique especial importancia a ayudarles en la gestión emocional.

Así mismo, el empleo de material multisensorial es muy favorable para la adquisición de los aprendizajes, adaptándose a las necesidades concretas que cada alumno pueda presentar y sin perder de vista que estos niños y niñas necesitan una educación que respete su forma de procesar la información, es decir, que ofrezca la oportunidad de contar con más tiempo para realizar las tareas y exámenes, entre otras adaptaciones.

Por último, el alumnado con TEAF necesita que su entorno esté estructurado. Para ello sería ideal que las rutinas se sigan al pie de la letra y que por ejemplo, el material esté ordenado y planificado. Sin embargo, la escuela, al igual que la vida misma, no es así, por lo que ante cualquier cambio, es conveniente que se informe de antemano a estos niños, para que puedan adaptarse con tiempo a la novedad que se les presenta.

 

Lo cierto es que estas adaptaciones y consideraciones son necesarias en muchos de los estudiantes, tanto de Primaria como de Secundaria, independientemente del diagnóstico o necesidades individuales que presenten. Ahora, necesitamos más que nunca una escuela comprometida con el alumnado, que tenga en cuenta las necesidades de cada uno. La sociedad ha cambiado, y gracias a las investigaciones en neurociencia, ahora sabemos mucho más sobre cómo se desarrolla y aprende el cerebro. Necesitamos tener en cuenta todo esto para fomentar la motivación en los alumnos y alumnas, que sin duda, es la clave del éxito personal.