Hola, necesito ayuda. Mi hijo de 5 años (hijo único) tiene problemas. Cuando nació me parecía que lloraba mucho, pero creía que me había tocado un niño llorón, aunque mi madre, que ha tenido unos cuantos hijos, me decía que eso no era normal. Ahora sigue cogiendo unas rabietas tremendas que luego se le pasan y se queda como si no le hubiera pasado nada. También es agresivo, pega en el colegio y los maestros se molestan por su comportamiento. Lo que más me ha llamado la atención de mi hijo a lo largo del tiempo, es la cantidad de minutos que puede estar llorando, a veces más de una hora sin que nadie le haga ni caso. Hace unos días le llevé al neurólogo que le ha detectado irritabilidad y le ha diagnosticado hiperactividad. Pero nadie me ha dicho lo que tengo que hacer, sólo que tiene este diagnóstico que tantos niños tienen. Hablando con algunas madres en el patio de la escuela dicen que sus niños tienen el mismo problema, pero veo que están igual de desorientadas que yo. Estoy perdida, no sé qué hacer ni cómo ayudarle, está afectando a su atención y empeora en aprendizajes. Mi madre intenta ayudarme, pero no conseguimos absolutamente nada. Por favor, necesito orientación.
Estimada X entendemos su necesidad de orientación, porque es muy cierto que se dan los diagnósticos y luego se orienta muy poco hacia las soluciones o mejora de los problemas. Además, este problema que escuchamos como tan común entre los niños, requiere de una buena orientación y tratamiento.
Lo primero que sugerimos es que al niño se le haga un buen diagnóstico, no simplemente un cuestionario para padres y profesores, o una prueba encefalográfica (está bastante demostrado que esto es insuficiente y que en muchos casos, no se aprecian ni diferencias entre los encefalogramas de niños con el problema y los que no lo tienen). Hay que hacer un estudio a fondo, valorando diferentes aspectos y áreas que nos puedan ayudar a descartar otro tipo de problemas y a precisar un diagnóstico fiable. Necesitamos valorar áreas como coeficiente intelectual, memoria de trabajo, memoria de procesamiento, atención selectiva, atención mantenida… Y para ello se requiere de herramientas específicas que no son simplemente opiniones de padres y profesores, sino pruebas en las que se valora al niño de manera metódica, precisa. Es muy importante hacer un buen diagnóstico porque, por desgracia, este trastorno está de moda y vemos muchos niños con diagnósticos erróneos y muy mal orientados, qué según nuestro criterio, incluso están medicados sin tenerlo que estar.
Una vez que el diagnóstico está hecho, hay que actuar. Si el problema se confirma, hay que actuar cuanto antes y siempre ayudados por profesionales. El niño tiene que aprender unas destrezas que se le tienen que enseñar, seguir un entrenamiento semanal con profesionales preparados, que además estén en contacto con el centro de estudios (siempre que los padres lo autoricen) y con la familia. Según nuestra experiencia, este contacto es muy importante porque hay que hacer un trabajo coordinado y conjunto, ya que en el centro necesitan saber cómo actuar; se trata de un niño con unas dificultades, al que hay que saber ayudar y no de un niño con que tienen problemas de comportamiento (Vemos con frecuencia niños que son tachados de mal educados, por ejemplo, cuando lo que presentan son otros problemas). Los padres, por supuesto, también necesitan ayuda que el profesional les va aportantando para que todo lo que gira alrededor del niño esté bien «atado».
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